Muchas
veces me preguntaste ¿Qué viste en mí? Y nunca te respondí, o no como debía, y
bueno era hora de desempolvar el blog, y que mejor momento que ahora.
Te
quiero porque siempre estas a mi lado, en mis tristezas y en mis alegrías, porque
siempre tengo la necesidad de tus abrazos, nunca me aburro contigo, y siempre
soy feliz a tu lado, cuando estas a mi lado, o cuando estabas mejor dicho, me tenías
en tu mundo y me encadenabas.
Te
quiero? Si, si te quiero
Qué
suerte. Toda mi ciudad de preguntas quería pertenecerte, pero le tenías terror
a los pies en el aire. Ni yo insistí, ni tú quisiste convencerme de otra cosa. Que quede
claro, nos dijimos, que somos apenas un par de pasiones fisuradas rogando respuestas
en el lugar equivocado y sin intuirnos déjame decirme que fue lo mejor, si LO
MEJOR.
Un
laberinto de espejos donde nos embarraríamos en letras inventadas, inventando
en que pasillo nos esconderíamos o enviándonos audios cursis y tontos.
¿Viste
todo lo que somos capaces de escribir si creemos, si por un ratito te olvidas
de los fantasmas que te cuelgan de la ropa?
Entonces
apareciste con toda tu risa, y pronunciaste “Vamos solo un ratito, quiero estar
contigo”
Me
fuiste aceptando multidimensional, porque a veces me paro al lado de los
escombros y lloro. A veces tiemblo sola, y me rechinan los dientes, solo quiero
apurar el calendario, de llenar los espacios de soledad con más vacío. Me
sonreíste, y me dijiste: “juguemos este juego”. Yo quise llamarme mujer, y
abrazarte las vocales a un puente de tinta entre las bocas. Entonces jugué.
“Se
nos va a hacer tarde”, decías mientras afuera pasaban los autos. ¿Por qué
duelen así los minutos que no abrazan? como te brillan todas las preguntas que
quisieras hacerme y no me haces.
Entonces, tus dedos salen a bailar con los míos y me hacen muecas, y me
pregunto a dónde se van las luciérnagas cuando no las dejamos respirar. Fuimos destinándonos a mentiras compartidas, a puntos y comas, a metáforas de cadáveres exquisitos que solo tú
y yo vamos a leer. El juego empezó, y está bien que no brillemos. Es que no
podemos perder lo que nunca fue nuestro. Pero yo te pido la abundancia, te pido
que me mires de frente y le des un poquito más al presente que no vuelve. No lo
digo así, pero tú lo entiendes. Seamos dos buenos pasajeros de octubre-noviembre.
Entonces,
¿Qué fue lo que vi en ti? Te vi las ganas de ser fuerte, eso vi, tus ojos que
viajaban hacia a mí, retratando tu humanidad y hubiera querido abrazarte hasta
los huesos, pero preferí seguir mirándote
la sonrisa.
¿Qué
es lo que viste en mí? Eso me preguntaba mientras me veías a los ojos mientras
sacabas el humo de tu cigarro. No importa la música, ni los idiomas que no
hablaremos, ni las noches que no van a ser nuestras.
¿Fue
ayer u hoy? El tiempo y yo nunca coincidimos.
Lo cierto es que alguno de los dos gritó que queríamos ser dos bocas
entreabiertas, que es jueves y se acerca la decisión, esa que nunca llegó, nuestros
“chats” llenos de palabras y promesas que nunca se lograron, pero a pesar de
todo fueron sinceros, sanan los daños que nadie va a devolverme.
Vuelvo
a casa porque no quisimos amanecer en el mismo lugar, y así está bien. Vuelvo
con la certeza de que dos cuerpos respirando juntos no siempre curan, pero son
simpáticos y la pasamos bien Y habité
dos noches tus ojos grandes y felinos solo para volver a este hogar de ser yo
misma, de soltar lo que viste en mí, y soltar lo que nunca vas
a ver. Ahora voy a volver a creer.
Y así
fue, jugamos…